viernes, 12 de julio de 2019

Ignorancia activa

Que el periodismo en general no está preparado en las cosas de la Defensa Nacional es una verdad que nadie puede negar. Esta carencia se pone peor cuando se ingresa en el vasto y complejo campo del equipamiento militar en el que salvo que se tenga experiencia y/o conocimiento directo es muy probable que los chapuceros terminen cometiendo errores infantiles. Pero hay límites, límites que tienen que ver más con cultura general que con temas militares. El caso que les presento es de tan burdo, patético. Este "cronista" no distingue la diferencia entre un avión y un helicóptero y relata algo que aprendió de memoria y, lamentablemente, no recuerda bien.




jueves, 11 de julio de 2019

Anticipación Estratégica en la Defensa Nacional


La verdadera finalidad no es tanto buscar la batalla, sino alcanzar una situación estratégica tan ventajosa que, por sí sola no lleva a la decisión, la continuación por la batalla la asegura. Liddell Hart
Dos conceptos han caracterizado el pensamiento en lo que hace a la Defensa Nacional de políticos y medios periodísticos desde el retorno a la Democracia hasta estos días. En primer lugar, destacado por cierto, es una notable ignorancia en los temas que hacen a la Defensa Nacional, a la industria para la Defensa y a las razones que hacen necesarias a las FFAA. En segundo lugar el concepto que sostiene que las FFAA ya no son necesarias puesto que nuestro país se encuentra en una región de paz y que las guerras tradicionales no tienen lugar en el siglo XXI por lo que solo deben ocuparse de las nuevas amenazas.
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Desmontar cada una de estas falacias llevaría la redacción de al menos un libro. Nuestra intención es relacionar las políticas estratégicas de largo plazo que debe formular el Estado con una herramienta fundamental para formular dichas políticas, la “Anticipación Estratégica”.

En un principio es necesario afirmar que tanto “el Sistema de Defensa como su Instrumento Militar se justifican a partir de la existencia misma del Estado y no de la definición de determinado escenario temporal y sus correspondientes amenazas, y que su esencia se relaciona con el eventual ejercicio del monopolio de la fuerza para la resolución del conflicto en toda su gama, desde la crisis hasta la guerra o el conflicto armado internacional, según lo disponga el PODER EJECUTIVO NACIONAL.” (Considerandos del Decreto 683/2018)

Hoy en día la política y el periodismo hacen hincapié en las “nuevas amenazas” y solo en ellas dado que en las próximas décadas podría excluirse por completo la necesidad de fuerzas armadas “convencionales” porque no habrá conflictos entre Estados, estos serán reemplazados por las amenazas del narcotráfico y el terrorismo en sus múltiples formas.
Esta particular visión de un futuro único e improbable lleva a concluir que no serán necesarios en un futuro tanques, aviones supersónicos, cañones de grandes calibres o buques de guerra de gran porte. Solo habrá que custodiar la frontera norte o la milla 201 en nuestro mar austral.

Las nuevas amenazas son reales pero de ninguna forma son las únicas o excluyen a las tradicionales si consideramos el largo plazo. Ambas coexisten y se superponen aumentando el nivel de amenaza global y los riesgos a futuro de un Estado que ha renunciado en los hechos al poder militar.

Extrapolar sine die la situación de los últimos años asumiendo que no habrá cambios en el futuro en los intereses de los distintos actores regionales y que no habrá nuevos actores extra-regionales que puedan satisfacerlos por la vía de acciones o amenazas de acciones es ser irresponsable para con uno de los mandatos fundacionales del Estado Argentino: “proveer a la defensa común”.

La historia reciente ha demostrado que aún en nuestra América del Sur como en el contexto internacional organizaciones de nivel para-estatal han amenazado la existencia misma de Estados que no supieron o no pudieron combatirlas adecuadamente en sus inicios por falta de medios, decisiones políticas equivocadas o incluso por no valorarlas en toda su magnitud. Las FARC, Al Qaeda o el ISIS son algunas de ellas aunque de ninguna forma la realidad se agota en estos ejemplos.

En cualquier análisis ha de tenerse en cuenta que si bien las capacidades militares de un Estado pueden prolongarse  durante prolongados períodos de tiempo  las intenciones de sus gobernantes pueden ser en extremo volátiles y que los que hoy suman mañana pueden restar sobre todo si advierten que es grave el grado de indefensión del Estado con intereses contrapuestos a los suyos.  En ese sentido Flavio Vegecio es su “Epitoma rei militaris” (Siglo IV) nos dejó una interesante enseñanza: “ Si vis pacem, para bellum” (Si quieres paz prepárate para la guerra).
  
La pregunta que muchos se hacen es si puedo esperar hasta que la amenaza de un conflicto que ponga en riesgo nuestros intereses para recién entonces tomar las decisiones ineludibles para incrementar el poder militar. Sería tarde.

Si tomamos en cuenta los plazos que son necesarios para formar los recursos humanos que son la base de las FFAA advertiremos que, ya sea en nuestro país o en la enorme mayoría de los países que cuentan con fuerzas armadas, formar un oficial superior toma entre 30 y 35 años período en el cual el oficial ganará la experiencia que le permitirá conducir a sus hombres tanto sea en el plano táctico como en el estratégico.  La guerra se ha vuelto más compleja en muchos sentidos, ya no se trata de un general que espada en mano peleaba al frente de su ejército a puro valor y una cuota imprescindible de ingenio. Hoy los conflictos armados requieren militares formados en múltiples campos.

Asimismo, el equipamiento de las fuerzas armadas del presente y de los años que vienen es siempre caro, ya no se compra solo buques, aviones o tanques, la tecnología los ha transformado en sistemas de armas complejos construidos con materiales y electrónica que les permiten desempeñarse en un campo de combate cada día más sofisticado. Por lo tanto cuando se adquieren sistemas de armas que deban a hacer frente a los desafíos del SXXI debe tenerse muy en cuenta al menos dos aspectos.

En primer lugar que los tripulantes de esos sistemas de armas deben capacitarse en forma intensa y extensa para poder utilizarlos en todo su potencial, proceso que conlleva tiempo y presupuesto. Y si bien los avances en la informatización de los elementos de capacitación permiten utilizar simuladores que abaratan la instrucción es necesario destacar que ningún simulador puede reemplazar por completo la experiencia de campo que cualquier militar debe tener: volar durante un ejercicio, navegar en aguas agitadas o disparar con el arma principal de un tanque y mecanizar los procedimientos técnicos dado que esa vivencia permitirá que el operador tenga más tiempo para tomar decisiones tácticas.

Asimismo, los altos costos de compra de los sistemas y de los repuestos para operar en los primeros tiempos deberán ser amortizados en el mayor tiempo posibles para que dichos equipos no caigan en una obsolescencia que los haga inútiles en el campo de batalla contra un enemigo con equipamiento más moderno, es por ello que al momento de la compra será necesario tener en cuenta que periódicamente habrá que actualizarlos para que la inversión realizada en equipamiento e instrucción mantenga su potencial durante un prolongado período. 

Hoy la guerra se pelea al mismo tiempo en el ámbito terrestre, aéreo, marítimo, espacial y cibernético. La capacidad de daño del enemigo se ha diversificado de formas que un general de hace 100 años atrás no hubiera si quiera imaginado. Sin embargo en este aspecto es necesario recordad las palabras de Publio Cornelio Escipión: "Proeliis parta sunt, ferro et viribus, sed bella parta caput"(Las batallas se ganan con espadas y fuerza, pero las guerras se ganan con la cabeza).

La “cabeza”, el poder político, a la que se refiere Publio Cornelio Escipión, es en nuestro país quién establece objetivos, políticas relacionadas con los intereses vitales de la Nación y asigna los medios necesarios para dar credibilidad al poder militar de forma tal que por la amenaza del uso o el uso efectivo de ese poder el Estado sea capaz de hacer frente a una agresión o, mejor aún, evitar que esta se produzca.

Hoy como ayer el mejor negocio para cualquier Estado es evitar que sus intereses y derechos se vean afectados por un tercero. Esto se logra solo con un fuerte argumento, la disuasión mediante la cual se busca otro actor a que desista de sus propósitos haciéndole saber que los riesgos que correrá son mayores que las presuntas “ganancias” que pudiera obtener.

Entonces, la “responsabilidad política establecer los parámetros y criterios a tener en cuenta para la misión, organización y funcionamiento del Sistema de Defensa en general y, en particular, de las FUERZAS ARMADAS para que se constituyan en un instrumento de disuasión real, de acuerdo con la percepción de amenazas a los intereses de la Nación y sus correspondientes riesgos presentes y futuros”.  El artículo 1ero del Decreto 683/2018 establece que “Las Fuerzas Armadas, instrumento militar de la defensa nacional, serán empleadas en forma disuasiva o efectiva ante agresiones de origen externo contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de la REPÚBLICA ARGENTINA; la vida y la libertad de sus habitantes, o ante cualquier otra forma de agresión externa que sea incompatible con la Carta de las Naciones Unidas.

Para alcanzar una disuasión efectiva es necesario ser creíble o, en otras palabras, que los medios de los que dispongo son suficientes para defenderme y hacer valer mis derechos e intereses. Asimismo debo comunicar claramente que acciones son consideradas inaceptables para nuestro Estado y, por último, se debe “quedar claro” que se está determinado en cumplir con el límite impuesto.

De alguna forma podemos asociar al concepto de disuasión a lo manifestado por Sun Tzu hace ya más de 2.500 años: “Someter al enemigo sin luchar constituye el máximo de habilidad”.

¿Qué herramienta utiliza el Poder Ejecutivo Nacional para preservar los intereses vitales de la Nación? El Planeamiento Estratégico que convierte los objetivos que determina la Estrategia Nacional formulada por el PEN en acciones concretas estableciendo maniobras estratégicas para cada una de las hipótesis o escenarios basándose en las políticas de empleo de los factores de poder.

¿De qué forma se enlaza el concepto de Anticipación Estratégica con la Defensa Nacional? El método de planeamiento estratégico prospectivo permite una significativa mejora en el diagnóstico y compresión del problema, en la elaboración de los escenarios futuros con sus correspondientes mapas de riesgos y oportunidades y optimiza el diseño de las capacidades para lograr una eficiente prevención y gestión de riesgos para el mantenimiento o mejora del balance estratégico. Finalmente aportará los elementos que permitirán desarrollar el Plan Estratégico.