lunes, 2 de diciembre de 2019

Reemplazo de los Mirage III

Uno de los más graves problemas para nuestras Fuerzas Armadas ha sido que los políticos que se han sentado en el Ministerio de Defensa en los últimos setenta años lo han hecho convencidos que sus políticas serían perdurables en el tiempo tanto como el gobierno del que formaban parte y que en función de ello podrían y estaban en capacidad den hacer todos los cambios necesarios para, una y otra vez, "refundar" a las fuerzas armadas. 

Como consecuencia de ello nunca ha habido consenso con los otros partidos políticos con representación parlamentaria. 

Como resultado de la falta de consenso la historia nos muestra cientos de proyectos de sistemas de armas que podrían haber sido pero por cambios de gobierno nunca lo fueron. O compras de material "de ocasión" que cuando se concretan no llegaron a satisfacer plenamente con los requisitos de la misión que deberían cumplir. 

Como ejemplo podemos darle una mirada a la historia reciente del reemplazo del los Mirage, que si no fuese trágica sería cómica. Las idas y vueltas sobre que caza supersónico, que comprar y a quién, si nuevo, si recauchutado o a recauchutar todas las tienen este mismo sesgo: modificar todo y empezar de nuevo una y otra vez sin considerar los extensos plazos que requiere la incorporación de un sistema de armas nuevo que por mucho siempre superará un período presidencial y muchas veces los ocho años. 

Mientras tanto el país carece por completo de un sistema de armas de defensa aérea capaz de disuadir o defender nuestros espacios aéreos.

Pero en nuestros políticos no hay grandeza, espíritu patriótico o pensamiento estratégico y no se considera a la Defensa Nacional como prioritaria. Los sucesivos gobiernos han encarado a la Def Nac como un gasto, como un negocio o como una prenda de negociación de relaciones internacionales en la que dejamos de lado excelentes programas de nuestra industria para la defensa por algunas pocas prebendas con la potencia de turno, los ejemplos sobran. 

Cualquiera que sea la política de defensa de nuestros espacios aéreos por los próximos 30 o 50 años requiere que los políticos se sienten hoy mismo para ponerse de acuerdo en cuales serán los objetivos a alcanzar y cuales serán las rutas estratégicas que usaremos para alcanzarlos. Quedará para el ministro de turno adecuar los medios de los que dispone para alcanzar esos objetivos estratégicos de largo plazo, lo que en definitiva significa que deberá gestionar y no "refundar".

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