En el mes de abril de 1997 envié a la sección "Cartas de lectores" del diario La Nación la siguiente carta que fuera publicada ese mismo mes:
Publicada en abril de 1997.
Sr. Director,
Hace algunos años Nicolás Maquiavelo escribió “...no he encontrado entre mis cosas nada más querido ni más estimado que mis conocimientos sobre las acciones de los grandes hombres, adquiridos a través de una amplia experiencia de las cosas modernas y de una repetida lectura de las antiguas”, privilegiando las lecciones que la historia brinda como método para no hacer caer a su príncipe en la repetición de errores que terminarían comprometiendo a su estado.
En su articulo ¨La guerra que no se vio¨, publicado en La Nación el 6 de abril del corriente año, el Dr. Alejandro Amendolara nos recuerda una lección de la historia reciente de nuestra nación que el Presidente y su Ministro de Defensa deberían repasar muy atentamente. Tal vez así no cometan uno de los más importantes errores estratégicos que en materia de la defensa de nuestros espacios marítimos y de nuestra nación se está a punto de cometer: el abandono completo de la renovación y refuerzo de nuestra flota de submarinos.
En efecto, la gesta heroica y a la vez solitaria del ARA San Luis que demandó de las fuerzas británicas un muy importante esfuerzo para intentar (sin éxito) localizarlo, la alerta antisubmarina de la fuerza de tareas británica ante supuestos avistamientos de periscopios, las operaciones de inteligencia británicas para conocer el grado de alistamiento de los TR-1700 durante la guerra, las acciones de los submarinos enemigos en lo que se refiere a tareas de patrullaje, bloqueo e infiltración de comandos y por sobre todo las consecuencias que para la guerra tuvieron las acciones del Conqueror (recientemente desafectado de la armada británica) que con torpedos de tecnología propia de la segunda guerra (no filoguiados) terminó con la vida de cientos de argentinos, negándole a partir de ese momento la utilización del mar a nuestra armada, demuestran una vez más la importancia de esta arma silenciosa.
El submarino no solo causa estragos con la efectiva utilización de sus armas o impone respeto por su presencia. El submarino obliga por la sola posibilidad de que se encuentre de patrulla en el área. Es una poderosa arma disuasoria. No es necesario que su presencia sea problable, basta con que sea posible. Obliga al oponente a considerar siempre la peor de las hipótesis: hay un submarino acechando.
Y nada menos que Karl Von Clausewitz, dándonos otra lección para recordar, escribió en su libro De la Guerra que “Los encuentros posibles han de ser considerados como reales a causa de sus consecuencias”. Las naciones que de una u otra forma importan en este anárquico contexto de fin de siglo tienen en claro estos y tantos otros ejemplos en el momento de tomar decisiones con respecto a la conformación de sus flotas de mar. Por tomar sólo ejemplos cercanos: Brasil continúa con el proyecto de construcción de submarinos nucleares y Chile acaba de anunciar la compra de varias unidades de submarinos convencionales de última generación.
Una de las misiones fundamentales de nuestro estado es salvaguardar los intereses vitales de la Nación (la libertad de sus habitantes, su autodeterminación, y la integridad territorial) proveyendo ¨a la defensa común¨ según manda la Constitución Nacional. Aún así, bajo este mandato, no sólo privatiza Domeq García con un submarino TR-1700 al 85% de su terminación sino que en un acto que muestra la escasa visión estratégica de sus dirigentes desmantela al ARA San Luis que se encuentra en reparación. Ambos submarinos serán desguazados y vendidos como chatarra.
Allá va nuestra Argentina queriendo estar entre las naciones más importantes del mundo en este siglo XXI que se avecina, confiando ciegamente en que algún ¨hermano mayor¨ defenderá nuestros intereses siempre que le sea requerido, aún en contra de los suyos. Es que no tomamos en cuenta ni siquiera las lecciones de la historia que nosotros mismo hemos escrito a costa de la sangre de nuestros héroes.
Muy atentamente, JMCA.
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